jueves, 8 de marzo de 2018

4 MARZO 2018. MEDIA MARATÓN DE SALAMANCA


La semana anterior estaba insoportable. No podía parar de pensar en cómo saldría. La idea del fracaso me daba mucho miedo, pero, por otra parte, no quería renunciar a ver qué resultados habían dado los ratos de entrenamiento que, mal que bien, me había sacado del cuerpo.
Yo, aunque no lo dijera en voz alta, no quería traspasar la hora cuarenta, pero, en realidad, no tenía nada claro que fuera capaz. Al fin y al cabo he estado casi un año en el dique seco…

Tenía dudas de si ir con Quini, Antonio y Perri, como el año pasado, tan sólo con la idea de terminar, o con Guiller, que había venido desde Madrid sólo para la ocasión, pero, como digo, en realidad tenía mucha curiosidad por “medirme”, por ponerme una cifra, una marca…

Total que, tras una semana en la que no me aguantaba ni yo, el domingo, me levanté inexplicablemente tranquila. Decidí estrenar mis mayas nuevas, me preparé un desayuno de campeones y allí me presenté.



A la hora de la verdad, me coloqué entre el globo de 1:40 y el de 1:45… Concentrada.

Y dieron la salida.
Al principio me sentí muy perdida. No sabía muy bien si correr más o empezar más tranquila. Tuve miedo de no coger el ritmo, y, quedaba mucho…


Por supuesto, no tenía intención de mirar el reloj en toda la carrera, pero la pista te lo dan los globos: los primeros km. fui por detrás del de 1:40 pero los corredores a mi alrededor de repente empezaron a protestar y a instar los corredores-lobo a que se ajustaran al ritmo adecuado, y, de repente, me vi adelantando, no solo al globo, si no también a más y más corredores….


No iba mal. Pensaba: “¿podría ir más rápido? Sí, pues entonces voy bien. Guarda algo para más tarde”

Pero el más tarde llegó mucho antes de lo esperado, y, sobre el km. 9 o 10 iba ya pidiendo la hora.
Si hubiera estado más cerca de casa, creo que me habría retirado. Respiraba fuerte, me faltaba el aire… en definitiva, iba muy justita.
Por suerte, y la verdad que no sé muy bien cómo, los km fueron pasando. Las piernas ganaron la batalla a la cabeza.
En el km. 19, y ya mirando hacia atrás temiendo que el globo estuviera más cerca de lo deseado, llegó la gran cuesta del recorrido. Tiene más de 1 km, pero, inexplicablemente, no me costó  demasiado superarla. 


Y, lo mejor de todo, cuando llegué arriba, me di cuenta de que prácticamente sólo tenía que dejarme llevar. Estaba ya cerquísima de la meta, y, además, el último tramo pica un poco para abajo, así que, aunque era lo que menos me apetecía, apreté los dientes e intenté no bajar el ritmo (subirlo era algo impensable).

Como digo, no había mirado el reloj en ningún momento, así que, cuando di la última curva y encaré el arco de meta, y, por consiguiente, me enfrenté cara a cara con el crono…. No me lo podía creer… ví una hora treintaiseiscincuenta… ¡Bueno! ¡Imposible! Supe que esos últimos metros no me iban a permitir llegar antes de 1:37, pero me valía. ¡Vaya que sí!. Al final: 1:37:11 oficiales.


Gracias a Dios todos esos sentimientos se olvidan, aunque he de decir que en este caso me va a costar un poco más.
Han sido muchas las circunstancias que me han llevado a dudar tanto del resultado. Estaba tan perdida que a veces pensaba que iba a hacer 1:44 y otras, en mis mejores pronósticos, que iba a hacer… lo que al final hice. Mejor tiempo que hace dos años… ¿Es un sueño o no?
 
Andrés y su marca
Bueno, y luego, lo mejor: celebración con amigos. Los que habían corrido y los que no. Todos pasando un buen rato juntos.




Al día siguiente más resaca que agujetas…

Realmente me he planteado muy seriamente volver a apuntarme a más carreras, dado el estado de nervios de los días anteriores. No me gusta tener que evitar hacer ciertas cosas que me gustan sólo por estar a punto para una carrera. No me compensa. Al menos esta vez
Pero cierto es que hoy, que ya han pasado unos días, empiezo a barruntar… qué pasaría si me apuntara a…......

  • ......

Y en breve, si Dios quiere, habrá que probar en la montaña….




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