miércoles, 25 de enero de 2017

DE LOS SANTOS FRIOLEROS, SAN SEBASTIÁN, EL PRIMERO

Pues eso, que menudo frío hemos chupao este finde que nos ponía en bandeja el calendario este año: Empezar enero con un viernes festivo, mola mucho.
En realidad yo no tengo fiesta, pero sí la oportunidad de repartir unos cuantos días libres lo largo de todo el año.

Decidimos ir a San Isidro, donde por fin ha caído nieve suficiente para abrir parcialmente.
El viernes por la mañana se notaba que era día lectivo y las pistas estaban casi vacías. De hecho, hasta barajamos la posibilidad de sacar forfait...

Al final decidimos darnos a la travesía, y creo que hicimos bien: no había demasiadas pistas abiertas, y creo que se nos hubiera quedado un poco escaso. Sin embargo, para travesía había nieve de sobra.



Subimos la parte de Cebolledo y bajamos hacia Riopinos, y de allí no nos movimos hasta la hora de volver.
Sólo estaba abierta una pista, pero era lo suficientemente larga como para dejarnos "suavecitos".
Como siempre, lo peor, bajar por la pista central "la travesía" o también llamanda "el vallede los caídos".


Una vez en la furgo, comimos algo y paramos en las tiendas de la estación en Saliencias. Estaban desérticas. Qué raro se hace ir a sitios que están pensados para grandes aglomeraciones cuando no hay nadie.
Andrés se compró unas gafas muy molonas.


Aunque en principio teníamos pensado dormir en Puebla de Lillo, nos pareció que no había muchas opciones de ocio (es decir, bares) cuando pasamos por allí hacia la estación, así que al final tiramos para la parte Asturiana y nos quedamos a dormir en La Felechosa. Y, una vez más, creo que acertamos, porque este pueblo tiene muchos bares, de diferentes ambientes, y por lo que vimos, bastante animados.

Íbamos preparados para pasar mucho frío. En cuanto bajó el sol, las temperaturas se desplomaron, y ya contábamos con que tendríamos que visitar locales calentitos tomando cañas y alguna que otra tapa hasta la hora de la cena, que, irremediablemente, también tendríamos que tomar "a cubierto".

Rascando el hielo de la luna dentro de la furgo

Por suerte, como digo, había muchas opciones y pasamos la tarde de bar en bar con nuestras Estrella de Galicia de la mano, finalmente tomamos algo de cena en el bar "Jayro", que ofrece comida rápida y rica para comidas y cenas, pero que, como comprobaríamos al día siguiente, el desayuno sólo es recomendable si quieres tomar algo dulce (tienen bollería casera).

El sábado, como digo, desayunamos una tostada (de pan bimbo, por Dios...¿dónde se ha visto?) y subimos a la estación sin madrugar mucho. Así dábamos tiempo a que el sol cogiera un poco de fuerza.
Antes de empezar, tomamos un café y un pincho en la cafetería (había que reparar el daño hecho el bimbo).
Hoy decidimos ir en primer lugar a la zona de Requejines. Allí hicimos dos subidas por pista roja, y después de allí recorrimos toda la estación para volver de nuevo a Riopinos.


Ya era un poco tarde cuando hicimos la última subida del día, y más que se nos hizo por meterme en un embolao de coj... para evitar bajar por "La Travesía". En fín.... para olvidar.

Sobreviví.

Hoy, en el tiempo de "apres ski" había novedades: teníamos un recado que hacer. Por casualidades de la vida, Rober y Rosa habían comprado un asiento para la furgo a un chico de Gijón que estaba por la zona pasando el día, así que les venía de perlas que nosotros les acercáramos el "paquete" hasta Salamanca, y ellos ya lo recogerían en su próxima visita, sin necesidad de recorrer los casi 500 km que hay desde Guimaraes hasta Gijón.



Prácticamente con los esquís puestos, nos bajamos a La Felechosa donde nos esperaba el vendedor. Hicimos el "negocio" y amarramos como pudimos los asientos encima de la cama, intentado dejarlo de la forma que molestara lo menos posible, pues esa noche aún teníamos que dormir todos allí: los asientos y nosotros.

Se nos hizo un poco tarde, y a mi, del frío, ya no me apetecía ni comer, así que nos fuimos a tomar algo a un bar con chimenea a ver si entrábamos en calor.

De hecho, fuimos a varios locales, incluida una sidrería, ¡qué rica la sidriña!, y por último, volvimos a cenar en el mismo bar (Jayro), que era el más cómodo y animado de los que vimos.

El domingo desayunamos en "La Raya", en lo alto del puerto, de camino a la estación (Tortilla y cencina, sí señor).

Dejamos la furgo en la zona de Saliencias, y subimos por una pista de aproximación con apenas pendiente. Aún así nos llevó casi media hora llegar a Cebolledo


Yo estaba un poco cansada e inapetente (uno de esos días de "con lo agustito que estaría yo en el sofá!", así que en la cafetería de Requejines, me pedí una caña y me quedé esperando a que Andrés hiciera alguna bajada/subida más.



Como era día de regreso, terminamos un poco antes. Comimos en la furgo y emprendimos vuelta sin prisa.

Escapada con sus cosas buenas y sus cosas malas, sus buenas y sus malas sensaciones... en fin, como la vida misma.




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