jueves, 28 de julio de 2016

PARÍS - AVENUE VERTE - LONDRES.... por los pelos

Con la rodilla del revés, tras dos días de beber para olvidar en Bilbao
llegamos a París con la incertidumbre de no saber si podríamos seguir con el plan que llevábamos planeando las últimas semanas, o tendríamos que darle una vuelta a la idea.

Nuestro propósito era hacer turismo un par de días en París, comprar dos bicis e ir pedaleando hasta Londres, donde acabaríamos con otro par de días de turismo londinense, y, si cuadraba, la venta de las bicis.

El problema es que no contábamos con tener una rodilla como un bote. Como ya es algo conocidio, confiaba en que sería cuestión de tiempo que la inflamación bajase, así que intenté hacer vida normal, paseando y turistiqueando como si nada hubiera pasado, eso sí, chutándome antiinflamatorios cada 8 horas religiosamente.

El segundo día amanecí muy mal. Me miraba la pierna y me recordaba a las patas de los elefantes (bueno, no toda la culpa era de la inflamación, claro, jejeje)... 
Si hubiera estado sola, creo que me habría vuelto para Salamanca. Así desde luego que no se está bien en ningún sitio que no sea tu casa...
Pero las circunstancias eran las que eran y estaba en París:

El primer día visitamos la zona de Moulin Rouge, Sacré-Cœur y Torre Eiffel.



El segundo día por la mañana visitamos Arco del Triunfo y Campos Elíseos, y por la tarde teníamos contratdo un tour (fenomenal con free tour) por la zona más histórica de la ciudad: Notre Dame, Louvre, Puente nuevo...


Por la noche, había partido importante de Eurocopa, así que nos informamos de zonas animadas para verlo, y acabamos en un pub a los pies del Moulin Rouge.




Impresionante ambiente.

Sorprendentemente, empecé a notar menos hinchazón en la rodilla, lo que me hacía tener un puntito de esperanza respecto a por dónde seguir con las vacaciones. Estábamos en un momento crítico: o suspendíamos la actividad y alquilábamos coche, o comprábamos las bicis según lo planeado y nos lanzábamos a la aventura.

La pelota estaba en mi tejado.

El tercer día, la rodilla aparece mucho mejor. Estoy segura que las ganas de ponerme bien hicieron la mitad del trabajo. La otra mitad, los ibuprofenos, probablemente, jejeej.


Pasamos por Decathlon y dejamos encargadas dos bicis. Ya no había marcha atrás. Después de visitar Termas, Barrio latino y Panteón






, fuimos a por nuestros vehículos para los siguientes días:



Ilusinada y acojonada a partes iguales...

Pero merecía la pena correr el riesgo, así que, me compré una rodillera, y...

¡¡¡COMIENZA LA AVENTURA!!!



DÍA 1: PARÍS-CERGY

Salimos hasta las afueras de parís en tren, para evitarnos todo el tráfico de la ciudad. 

Lo malo fue que al llegar a Saint Denís, cogimos la dirección contraria y nos acercamos (a través de un barrio nada recomendable) hacia Notre Dame. Cuando nos dimos cuenta del error, habíamos recorrido ya 7 km, así que se puede decir que comenzamos a avanzar con 14 km "de calentamiento".
Los inicios nunca han sido nuestro fuerte.


De cualquier forma, ya estábamos en ruta. 
Los paisajes de esta primera etapa estaban marcados por el río Sena: barcos, pantalanes, embarcaderos...
Muy bonito, la verdad.

Llegamos a Cergy y encontramos el alojamiento sin mayor problema. Yo me esperaba un pueblo pequeño, pero me sorprendió el estilo de "ciudad" que encontramos: Se había construído una especie de super centro comercial en torno a la Universidad con toda clase de supermercados, restaurantes, bares...

Aprovechamos para hacer compra (entre otras cosas una tienda de campaña) y tomar una cerveza, pero sólo una, que estos franceses tienen unos precios intratables...
Cenamos en casa y a descansar.

DÍA 2: CERGY- LE COUDRAY SAINT GERMAIN

Después de un completo desayuno que nos ofrecieron nuestros anfitriones, cogimos las bicis y nos pusimos en marcha. Hoy era un día complicado, pues no teníamos reservado alojamiento, era sábado y pleno julio, por lo que todo estaba completo. Cometí el error de anular la reserva cuando la rodilla hacía pensar que no podríamos hacer la ruta, y ahora no había forma de encontrar nada que nos cuadrara. De ahí lo de comprar una tienda de campaña la noche anterior.

Tal y como nos temíamos, llegamos a Gisors y en la oficina de turismo nos informaron de que el camping más cercano, y donde únicamente teníamos posibilidad de encontrar sitio para dormir estaba a unos 20 km... así que nada, aunque ya llevábamos más de 60, no quedaba otra opción, así que, ¡a pedalear!.

Resulta que el pueblo era minúsculo, pero con todo lo necesario: Farmacia, supermercado, panadería, estanco donde también vendían alcohol ¡y un camping!. Además, el personal del camping era encantador: un matrimonio con la sonrisa constante. El hombre, cuando llegaba la noche, se metía en una especie de caravana donde hacía pizzas caseras (una food truck muy modesto), así que, como no podíamos hacer otra cosa, esa noche cenamos pizza junto con los otros campistas.
Allí conocimos a otro ciclista que también estaba haciendo la Avenue Verté, pero que había salido esa misma mañana de Londres para llegar al día siguiente a París, y así ver allí la final de la Eurocopa (Francia-Portugal).

DÍA 3: LE COUDRAY SAINT GERMAIN-NEUFCHATELL

Como era mi cumple, hoy se presentaba un día más relajado:
De hecho, paramos a desayunar en Sain Germer de Fly, a tomar la caña de antes de comer y a comer en Forges les Eaux, y a tomar un café en un "chiringuito" estragéticamente ubicado en la misma ruta.


Llegamos a Neufchatel y al ver nuestra habitación para ese día nos quedamos paralizados: Era una habitación preciosa, decorada con un gusto espectacular.
No estamos muy acostumbrados a estos lujos, la verdad, jejeje


Era final de Eurocopa, así que reservamos mesa en un restaurante donde lo tenían todo preparado para ver el partido en la calle. Alli estuvimos varias horas, hasta que finalmente Portugal le ganó a Francia la Eurocopa en su casa...

DÍA 4: NEUFCHATEL-DIEPPE

Tanto el día anterior como hoy fueron muy suaves. A Dieppe llegamos en un par de horas, y nos tocó esperar a poder entrar en el alojamiento hasta las 19.00. Menos mal que había una concentración de regatas, con una feria de muestras en la playa  y nos entretuvimos allí hasta la hora de entrar:


Total, que fue un día de turisteo, y relax, pero aprovechamos para informarnos de los horarios de los ferrys que teníamos que coger al día siguiente, que ya pasábamos a tierras Británicas.

DÍA 5:  DIEPPE-NEWHAVEN-HAILSHAM

Después de tomar un café en la terraza más chula de Dieppe, partimos hacia el puerto donde teníamos que hacer cola para embarcar con nuestras bicis. Allí coincidimos con otros ciclistas que, como nosotros, seguían la Avenue Verté. Los más curiosos: tres familias con hijos pequeños que viajaban todos juntos cargados desde los más enanos con sus mini alforjas hasta los padres con una especie de carrito donde podían enganchar otra bici si a alguno le costaba seguir, y que desprendían una alegría envidiable.





El trayecto en Ferry lo hicimos prácticamente todo durmiendo, y pensando en el clima que nos esperaría al llegar a Inglaterra.
Aunque las predicciones no eran muy malas, al llegar a Newhaven ya nos sorprendió la temida lluvia.
Bueno, ¡para eso llevamos los chuvasqueros!

Teníamos dudas también de cómo estaría señalizado el recorrido al cambiar de país, pues habíamos leído que era bastante peor, pero, sin embargo, no tuvimos para nada esa sensación.
Sí que se notó que el recorrido se endurecía y había bastante más subida.
Los primeros km. los hicimos en compañía de una mujer que viajaba sola, pero luego la perdimos y continuamos a nuestro ritmo hasta Hailsham.




Hailsam resultó ser un "pueblo fantasma" hasta que, por arte de magia, encontramos un pub en el que parecía que se apiñaba toda la gente del pueblo.

Fue fantástico, porque además las pintas y la cena era muy baratas... así que allí pasamos la tarde, por supuesto.



DÍA 6: HAILSAM-CRAWLEY

Hoy tocaba una ruta un poquillo más larga, después de los últimos días de "paseo", además, había un par de subidas que nos iban a hacer sudar, así que mejor ponerse en marcha pronto.

Pasamos por varios pueblos típicamente ingleses, con sus pub, sus restaurantes y sus cafés


Hacía frío, pero no íbamos mal... hasta que, al llegar a nuestro Crawley, ya en las afueras nos cayó una chuza que nos empapó de arriba abajo en cuestión de minutos.

Helados de frío, nos tocó esperar una hora hasta que llegaron nuestros anfitriones para abrirnos la casa... ¡¡Estos son los días que más se aprecia una ducha caliente!!
Menos mal que el karma nos recompensó el mal rato encontrando un buen pub donde calmar nuestra sed...



CRAWLEY-LONDRES

¡Y NOS PONEMOS EN EL ÚLTIMO DÍA!

La salida de Crawley, aunque siempre es un rollo salir de ciudades grandes, la hacemos bien, y, como no había desayuno en el alojamiento, paramos a tomar un café y algo de comer en el puesto ambulante de un chico súper simpático que alucinaba con nuestra aventurilla


Tuvimos miedo de la entrada en Londres a dos ruedas. Eso era porque no sabíamos lo preparadísima que está la ciudad para viajar en bici.
Así que tomamos un tren que nos llevó desde Redhill hasta la mismísima estación del Puente de Londres, pasando justo por delante del aeropuerto de Gatwik.



El trayecto era corto, y ya estábamos emocionados con la llegada a Londres



Nada más salir, montados en nuestras bicis, fuimos a hacer la foto finish entre millones de personas que  nos miraban con cara de "¿y estos de dónde han salido?"
Pero quedaron muy chulas






Y de repente nos vemos recorriendo, sin miedo alguno, las calles de Londres en bici, entre autobuses rojos y taxis con pinta de coches fúnebres... ¡¡era facilísimo!!

Pusimos rumbo a nuestro nuevo "hogar" tirando de Google maps



En seguida, nos alojamos y nos fuimos a hacer una primera toma de contacto con la ciudad: Saint Paul, río Tamesis, Millenium bridge... y una pinta en el bar de confianza, por supuesto:


Como parece que nos había gustado el tema de movernos en bici, al día siguiente nos fuimos en ella para hacer una visita guiada que teníamos contratada y que salía, de nuevo, desde Saint Poul Cathedral, así, además, nos ahorrábamos el metro, jejeje.


La verdad es que es muy recomendable trasladarse en bici por una ciudad que, a priori, no parece muy propicia para ello. Sin embargo veíamos cientos de personas que se movían de esta forma con absoluto desparpajo, a velocidades increíbles y colándose entre los coches para llegar los primeros...
Además, en todos los semáforos, había una zona habilitada para que las bicis esperaran a que se pusieran en verde, y esta zona iba por delante de los coches, con lo que, estoy segura, se avanza más en bici que en coche. Sobre todo para pequeños trayectos.

Hacía unos días, en Neufchatel, nos habían hablado de una página de compra-venta de segunda mano que funcionaba muy bien en U.K., así que habíamos puesto las bicis en venta (recordemos que la idea era dejarlas en Londres: ya fuera vendiéndolas, regalándolas, o cambiándolas por una pinta....) y bastantes interesados se habían puesto en contacto con nosotros para verlas y comprarlas.

Tras un primer plantón, quedamos con dos personas interesadas, cada una de ellas en una de las bicis en un lugar cerca de nuestra "casa" y la de Andrés la vendimos en cuestión de minutos, pero la mía no convenció a la chica, así que de repente teníamos tan sólo una bici... nos dio hasta un poco de pena...


Así que Candem, Portonovo, Chinatown... lo tuvimos que ver ya moviéndonos en metro... qué rollo!!

Precisamente en Candem, el día antes del regreso, pasamos por delante de una tienda de bicis y entramos a preguntar si compraban de segunda mano. Tras enseñarles la foto y responder a un millón de preguntas acerca de por qué queríamos vender la bici (por si era robada), nos aseguró que si la llevábamos al día siguiente, nos la compraría.
El precio era lo de menos: era o eso o dejarla abandonada en Londres...

Así que al día siguiente, yo en metro y Andrés en bici, le llevamos el regalito y nos dio lo que quiso, y que, como ya no había otra, nos vimos obligados a gastarnos en el aeropuerto esperando al avión que nos traería de vuelta a España.


Ha sido una aventura muy bonita, y muy recomendable. También porque, al haber estado a punto de cancelarla, y finalmente haber podido hacerla, se aprecia mucho más.

Me siento afortunada, dentro del infortunio, de tener esta nueva experiencia en la mochila... para cuando no se pueda...

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