El día 4 de julio, según fiché la salida de la jornada laboral, me monté en la furgo y partimos hacia Alpes. En poco más de un día de viaje nos plantamos en la cuna del alpinismo europeo: Chamonix.
Un día de aclimatación y compras (y muuuucho calor) y el lunes día 6 emprendemos marcha.
LES HOUCHES-CHAPEAUX
Cogemos el primer teleférico de la mañana, que nos sube cómodamente hasta Bellevue, con lo que a las 8:30 de la mañana nos ponemos en marcha, con un poco de expectación por saber cómo se desarrollarían los siguiente días.
Aún no lo sabíamos, pero ese día nos esperaban casi 10 horas de marcha y tres de las nueve etapas de la ruta clásica según la guía que nos habíamos comprado.
No habíamos hecho una previsión de la distancia que íbamos a recorrer cada día, pues teníamos que ir viendo sobre la marcha cómo nos aguantaría el cuerpo. Eso supone que tampoco habíamos hecho reserva alguna en ninguno de los refugios por los que pasa el Tour, desoyendo absolutamente todas las recomendaciones...
Así las cosas, los primeros km pasan volando. También ayudaba que se empieza en ligero descenso. En cuanto afrontamos la primera subida, nos adelantan tres chicos (dos chicos y una chica) que tienen toda la pinta de querer completar la ruta del mismo modo que nosotros, a lo caminar-correr. Serían también nuestros compañeros en la distancia, pues nos los íbamos a encontrar cada día en diferentes puntos.
Como estábamos muy frescos, y se ve que el recorrido "normal" no nos parecía suficiente, tomamos la decisión de meternos una horita más de ruta y unos 1000 metros más de desnivel para subir hacia el Refugio de Tre de la Teté por el col de Tricot. Que por qué lo hicimos... no lo sabemos, supongo que por el ansia de verlo todo y de no querer perdernos nada. NO LO RECOMIENDO. No se trata más que de un camino sin interés especial, un calentón que además nos coincidió con las horas centrales del día, con un calor pegajoso que nos obligó a descansar un buen rato en el refugio, mientras decidíamos dónde íbamos a dormir.
Y es que esa era otra. De repente se nos echó encima el agobio de no saber dónde dormiríamos esa noche. Y en esas estábamos cuando una mujer francesa a nuestro lado nos escuchó y se ofreció a llamarnos a los refugios que nos caían de paso en las siguientes horas e intentar reservar dos camas. Después de llamar a varios, sólo nos quedaba la opción de bajar a LES CHAPIEUX donde quedaba sitio, aunque nos iba a tocar desviarnos un poco más de lo previsto.
Después de agradecer a la mujer y su buena voluntad, y de comer un sandwich, proseguimos a sabiendas de que aún nos quedaban muuuchas horas hasta llegar a nuestro destino, y además con cierto respeto por la ruta, pues tendríamos que subir el collado de Bonhomme, que según la guía era uno de los platos fuertes del tour.
Antes de eso debíamos bajar hasta Nant Borrant, un refugio intermedio que, creo que influenciados por el recorrido que aún nos quedaba por delante, casi ni pusimos punto. También pasamos por el refugio de LA BALME, completo también, que desde fuera nos pareció bastante feo.
Una vez alcanzado el temido collado, que bien tenía ganada su fama, nos dirigimos al siguiente refugio, del mismo nombre que el collado. Ya notábamos el cansancio, tanto físico como mental. Eran más de las 6:00 y apenas habíamos descansado media hora en todo el día.
Andrés intentó que nos dejaran dormir en este refugio, pero no hubo forma. Estos franceses son duros de pelar, asi que no quedó otra que seguir hasta LES CHAPEAUX, y además rapidito, que se nos pasaba la hora de la cena.
Sorprendentemente la bajada la hicimos con muy buen humor, y más aún cuando llegamos al refugio y vimos que tenía unas instalaciones estupendas, duchas calentitas y un grifo de cerveza fresquita de la nos tomamos creo que una de las pintas más ricas que he disfrutado en mi vida...
La veda se había abierto. Estábamos en la pomada. Ya no había marcha atrás...
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