miércoles, 26 de agosto de 2015

MENORCA EN KAYAK, o cómo no dejar las cosas a medias..

Menorca, 13-20 de Agosto de 2015


Andábamos con ganas de acabar lo que allá por 2010 empezamos y no pudimos, y este verano, tras varios cambios de planes, decidimos intentarlo.

Salimos de Madrid a las 6 de la mañana, con la idea de comprar provisiones en Mahón y coger el primer bus a Es Grau para empezar ya esa misma mañana a remar.

Estaba ya todo hablado con la empresa, así que las gestiones no nos iban a llevar demasiado tiempo.
Todo listo

Las previsiones del viento (que es el que manda en esta aventura) no eran del todo buenas, de hecho, el primer día, tan sólo pudimos dar una vuelta de adaptación al medio hasta Cala tortuga, comer allí, y descansar un rato hasta la tarde, cuando no podríamos pasar más allá de Sa Mesquida debido al estado de la mar.



Es decir, adelantamos tan sólo unos 5 km.desde la salida hasta el lugar de pernocta de la primera noche.
Aunque cuando llegamos la playa estaba abarrotada, y nos quedamos un poco preocupados pensando en cómo íbamos a dormir en un sitio tan concurrido, en cuanto se fue el sol, nos quedamos prácticamente solos y resultó ser un sitio ideal para plantar la tienda, hacer la cena y descansar.


No podíamos dejar de estar preocupados por las recomendaciones para el siguiente día: "salir muy pronto y mucho cuidado con el mar de fondo".

Pese a ello, la noche fue tranquila.

Comenzaba el primer día "serio" de la travesía, y digamos que fue dura. Realmente la mar estaba muy revuelta, el clima frío, y ni rastro de aquellas aguas azul turquesa que se vienen a la cabeza cuando uno piensa en Menorca. Al contrario, todo era oscuro: el agua, el cielo, nuestro ánimo... apenas hablamos hasta dar la vuelta a Punta Prima, concentrados en esquivar las olas que venían amenazantes del este.
Tras pasar Punta Prima, el aire amainaba y con él las olas, y comenzamos a remar al refugio de la propia isla. ¡¡Bienvenidos al sur!!

La buena noticia es que el kayak doble que habíamos alquilado (no quedaban individuales) era bastante más veloz de lo que esperábamos, así que el avance era mucho más rápido de lo que teníamos previsto.
Por eso, a las 10:30 de la mañana estábamos ya en S'algar tomando un café y haciendo alguna compra más.


Después de reponer fuerzas continuamos la marcha mucho más relajados por las calas ya conocidas de Biniacolla, Binibequer, etc. hasta que decidimos parar a comer ya en Canutells. Tomamos un par de cervezas y algo de comer y después de la siesta continuamos sin tregua hasta Son Bou.

Paso por Cala'n Porter, con su discoteca enclavada en el acantilado. 

Había sido prácticamente el primer día y habíamos recorrido casi un cuarto del recorrido total. Había cierta prisa, pues para el día siguiente se preveían lluvias, que, de hecho, empezarían esa misma noche.


Montamos la tienda (en dos sitios, pues el primero peligraba si subía la marea) y dimos un paseo por el Camí de Cavlls hasta la cala vecina de Santo Tomás.
Habíamos llevado las zapatillas para entrenar por las tardes, pero la paliza había sido tal que ni se nos ocurrió plantear la posibilidad de sacarlas de la mochila.



La noche, como digo, ya fue pasada por agua, al igual que la mañana.
Superando el frío y la humedad, nos desperazamos y nos montamos en la piragua dispuestos a avanzar lo que el tiempo nos deje, pues teníamos la advertencia de ponernos a cubierto si empezaban las tormentas.

Pudimos avanzar hasta Cala Galdana. Fue aparcar y comenzar una tormenta y un aguacero más propio de Irlanda que de Menorca...

Por suerte ya nos pilló en un chiringuito tomando varios cafés y un bocadillo, así que no fue tan grave.

Lo peor vino luego, pues cogimos frío, la mar seguía revuelta y no paraba de llover. Hicimos tiempo comprando algunas cosas que pensábamos que nos iban a hacer falta: colchonetas para la humedad y un poncho para poner por encima de la tienda si volvía a llover.

Pero no pudimos alargarlo más, y, aunque lloviendo, emprendimos rumbo a Xon Soriguer, destino límite para ese día.

¡¡Y salió el sol!! a medida que avanzábamos hacia el Oeste, el sol comenzaba a brillar, y eso era muy buena noticia.
Cuando llegamos al destino, ya conocido, pues dormimos allí la primera vez, pudimos incluso sacar la tienda y los sacos al sol para que se secaran.



¡¡Y nos fuimos a correr!! Sí, sí, que había que entrenar para las carreras a las que estábamos apuntados (cruel destino)




Somos chachis

A la vuelta de unos cuantos km por Camí de Cavalls, y tras una ducha, nos tomamos una cervecita recuperadora y vuelta a nuestro "hotel" a cenar y al saco.

Comienza precioso el día más tortuoso de la aventura...


Y no podemos pedir más: buen tiempo, buena mar...


Pasamos el puerto de Ciudadela sin apenas darnos cuenta, y llegamos a Cala Piqués donde tendríamos que esperar instrucciones sobre el estado del viento en el norte.
Al aparcar, como era una cala muy pequeñita, decido saltar de la piragua para arrastrarla hasta la orilla, pero sin contar con la profundidad de la playa. Total, que me meto hasta el cuello, dejando muerto en ese mismo momento mi móvil, que llevaba colgado en una bolsa que, a la vista está, no era  del todo estanca.

Sin darle mucha importancia, nos vamos a dar una vuelta por la población y llamamos a menorcaenkayak para que nos informen del estado de la mar en el norte. Nos dan carta blanca y nos dicen que podemos seguir, pero que tomemos precauciones porque desde el punto en que nos encontramos hasta el siguiente punto donde podremos parar hay unas 2-3 horas de paleo.

No nos da miedo. Estamos fuertes.

Tras superar Punta Nati, el paisaje cambia radicalmente. Ciertamente es una zona mucho más agreste, y ya no se ve tanto turista.



Pasamos de largo por el primer punto de parada, y decidimos continuar hasta Cala Pilar, que en el mapa no parecía demasiado lejos.

Error.

Las horas de paleo se fueron acumulando y empezamos a estar muy cansados, era tarde...
Vimos una cala de piedras y pensamos que aquella era Cala Pilar...
Decidimos entrar

Error.

La mar de nuevo estaba enfadada y decidió que nos merecíamos un buen revolcón por haber subestimado su poder....

Sólo puedo decir que menos mal que había unos chicos que nos ayudaron a salir del agua y a sacar la piragua.

Apenas recuerdo nada más que el dolor de espalda que aún hoy me tiene machacada, aunque a decir verdad las dudas sobre si podríamos seguir adelante con la travesía dolían aun más.

Esa noche se tuvo que hacer cargo de todo Andrés, porque yo no podía ni levantar la pierna izquierda.



A base de analgésicos y dando gracias por las colchonetas hinchables que habíamos comprado, pasé la noche inmóvil y dándole vueltas a cómo iban a transcurrir los siguientes días... y semanas. Adiós a Pajares, eso estaba claro... Ahora sé que también adiós a la Transvaldeónica. (¿¿Volveré a ponerme un dorsal??)

Por la mañana, la mar estaba mucho más suave. Con su bendición y la ayuda de Andrés, pude montar en la piragua y parecía que el dolor, aunque intenso, me permitía seguir remando.

Al mal tiempo, buena cara


Poquito a poco, logramos llegar antes de la primera tormenta hasta Binimel-la. Impresionante playa salvaje.





Tuvimos que hacer tiempo hasta que amainó el terrible aguacero en un bar cercano, donde se nos juntó el café de media mañana, con las cañas y la comida.

Cuando despejó un poco volvimos a la faena, y logramos avanzar bastante, teniendo en cuenta las circunstancias.
Pasamos el Cap de Cavallería, Cala Tirant y nos metimos en la Bahía de Fornells, donde dormiríamos esa noche.

Cala Cabra Salada
 Llegamos bastante pronto, así que nos dio tiempo a disfrutar de la cala y de la compañía de los navegantes que venían de visita.
Si yo hubiera estado bien, creo que habríamos cruzado la Bahía para ir al pueblo, pero en estas circunstancias lo mejor era descansar.


Sabíamos que la última jornada (tan sólo nos quedaban unas dos horas para llegar a Es Grau) iba a estar marcada por el mal tiempo, así que nos levantamos pronto esperando que se hiciera realidad aquello de que "Al que madruga, Dios le ayuda".

Pero no hubo suerte.

A la vista estaba que el mar no estaba demasiado tranquila en la bahía, y a lo lejos se veían relámpagos de tormentas que previsiblemente podrían venir hacia nosotros.
Aún así, recogimos y montamos en la piragua para asomarnos a mar abierto a ver qué nos parecía... pero un pescador que nos encontramos resguardado en la bahía nos dijo una frase que no dejaba dudas: "ganaréis más si no salís".

Así que tras consultar a algunos expertos más, y tirando de sentido común, decidimos llamar a menorcaenkayak para que viniera a recogernos allí.



Aunque mentiría si dijera que hemos cerrado el círculo, cierto es que nos hemos quedado tan cerca, que tengo la sensación de OBJETIVO CUMPLIDO...

Además, así nos sobraron un par de días para hacer turismo de interior, disfrutando bien de la noche en Mahon y de Ciudadela.






¡Ah!, y otra cosa.. parece que esto de remar sí que pone fuerte, sí...



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