viernes, 12 de abril de 2013

SIN TON NI SON

Parece que este año no termino de encontrar el tono.
Después de terminar el pasado año, digamos, de bajón, parecía que tres meses después empezaba a recuperar tanto las ganas de correr como la forma física necesaria para hacerlo.

Con la carrera de la GARGANTA DE LOS INFIERNOS en mente, y sobre todo azuzada por la punzada de envidia que sentí al ver desde la barrera la MEDIA MARATÓN DE SALAMANCA, comencé, hace ahora un mes, a entrenar de forma un poco organizada.

Llegó la Semana Santa y me sentía bien: fuerte, con ganas. Me había apuntado al gimnasio, y la diversificación de ejercicios también me había resultado motivadora.

Para cambiar de aires, y aprovechando unos días de vacaciones no compartidas con nadie, hice una escapacita fugaz y súper divertida a León.
María Perrino y Genarín me esperaban allí...

La misma noche que volví, la del Viernes al Sábado Santo, volé  a Ginebra para pasar la siguiente semana esquiando en los Alpes.
Parecía una buenísima oportunidad para perfeccionar en una estación tan grande y con tanta nieve.

Como era un viaje organizado, el primer día -fundamentalmente  de viaje-, me sirvió para ir conociendo a los compañeros.  A algunos ya los conocía, a otros aún no.

Nos distribuímos en apartamentos de 6 personas A mi me tocó con dos conocidos: Andrés y Polo, y tres desconocidos: Agustín, Muri y José Luis.

En cuanto nos instalamos, fuimos a hacer un primer reconocimiento del pueblo (vamos, de sus bares) y localizamos el "bar de confianza": L'EQUIPE, que además de tener varias cervezas de barril para elegir, también ofrecía wifi, así que genial.

El domingo, bien prontito, subimos a la estación (LES SYBELLES): ¡¡EN MI VIDA HABÍA VISTO SEMEJANTE LONGITUD DE PISTAS!!



y ¿qué decir de los paisajes? Impresionante.

El clima no fue excesivamente bueno, pero había estado todo el día con  Andrés y Polo, terminé RE-VEN-TA-DA. Ese fue el primer día que entendí la cara que se le queda a Moreno después de un día intenso de esquí.

Menos mal que para tomar las cervezas de después ya me había recuperado un poco.

El segundo día, lunes, fue parecidiiiisimo al anterior....¡¡solo que haciendo 20 km más!!. Andrés llevaba el GPS y cada noche nos "cantaba" los km que habíamos esquiado. ¡¡70 km.!! yo no me lo podía creer.



Una vez cogido el ritmo, esto se asemeja a la peli de "El día de la Marmota": LEVANTARSE PRONTO-ESQUIAR-CERVECEAR-CENAR-ACOSTARSE PRONTO.

Hasta que llegó la última hora, en la última bajada del tercer día: Caída tonta y ¡¡crash!! Adiós rodilla... Una caída sin ton ni son. Prácticamente de parada. Una lástima.

Supe desde ese momento que ahí el ritmo del viaje iba a cambiar. Aún quedaba la esperanza de que a la mañana siguiente todo hubiese desaparecido, pero... no fue así.

Me planteé lo siguiente: Si esto le hubiera pasado a una persona cercana a mí, le diría que tranquilidad, que nada de dejarse llevar por pensamientos negativos y por el pesimismo o el catastrofismo, que eso no lleva a ningún sitio más que a amargar a los que están alrededor.

Así que intentando a cada minuto apartar los fantasmas que venían a mi cabeza, el cuarto día aproveché para dar un paseo (luego me daría cuenta de que más me habría valido quedarme quietecita en casa), hacer unas compras, y pasar un rato con Juanjo, otro de los lesionados que se quedaban en el hotel mientras el resto esquiaban.

Los compañeros bajaron mucho antes de lo normal para hacerme compañía, así que estuvimos en el spa y en la piscina climatizada relajándonos y riendo (por no llorar).

Además esa noche, nos fuimos de "cena de apartamento" a comer una Raclette:

Como el dolor no era mucho, el quinto día, y creo que hablamos ya del jueves, volví a subir a las pistas. Intenté esquiar, pero... imposible: inseguridad, dolor, miedo...
A las 12 de la mañana ya estaba en una terrraza tomando un café. Aguanté hasta la hora de comer allí sentada, poniéndome nieve en la rodilla. Luego, a casa a descansar, que, ahora sí seguro, era lo mejor que podía hacer.

El último día de esquí ni me planteé subir. Toda la mañana cogiendo nieve para ponerme en la rodilla, haciendo la maleta y relajándome en casa tranquilita.

La gente fue bajando de las pistas y haciendo sus maletas, que esa noche, a las 2 de la mañana, comenzaba el viaje de regreso. Como yo no tenía sueño, me fui hasta la hora de partir al apartamento de al lado, el de las timbas, donde me acogieron mientras en mi apartamento todo el mundo dormía. En este momento se prudujo uno de los momentos más divertidos: la historia STOP DESAHUCIOS (proximamente espero tener un video explicativo).

Y vuelta para Salamanca.

El diagnóstico del médico: Desplazamiento rotuliano que provocó una lesión de ligamentos. Tres semanas aproximadamente de reposo.
Adiós Radi de Extremadura, adíós carrera de la Garganta, adiós a la forma, adiós al buen ánimo de entrenamientos....
Hola tranquilidad, paciencia y resignación.

En fín... como ya he dicho, la ira no vale de nada, ni las quejas. Lo único que vale la pena ahora es centrarse en lo importante: la recuperación. Y para eso el estado de ánimo es clave, así que no puedo hundirme ni ponerme a pensar en lo que podría estar haciendo si estuviera bien. Eso ya vendrá (espero). Ahora toca intentar aprovechar estas semanas de parón para algo productivo.

Lo único que me revuelve un poco es pensar cuándo va a acabar esta mala racha de accidentes y situaciones que impiden que todo vaya como a mí me gusta.

Pero eso sólo el tiempo lo dirá...

De momento, este fin de semana, ¡¡A ASTURIAS!!, que ya hay ganas de sidra!!




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