miércoles, 17 de abril de 2013

ARENAS DE CABRALES DESDE LA BARRERA

Como la situación actual es la que es, y no hay más alternativa, el pasado fin de semana me tocó revivir las carreras desde el punto de vista del acompañante.
Creo que así fue como me empezó a gustar correr, así que, aunque hubiera preferido estar del otro lado, tampoco me importó quedarme fuera por esta vez.

El viernes llegamos a Arenas de Cabrales a la hora justa para aparcar la furgo e ir a tomar unas sidras y picotear algo.

En la primera sidrería ya conocimos al organizador de la carrera: un auténtico currante y apasionado de la montaña.

Nos confirmó que no habría problema alguno para que Andrés pudiera correr al día siguiente, así que no muy tarde, nos fuimos a dormir, que esto de la sidra tiene mucho peligro.

El sábado fue el primer día de la primavera del 2013. Ya era hora. Un día espectacular esperaba a los corredores. Desayunamos en una terraza (esto es vida), saludando a algunos conocidos de otras carreras, y a Santi Obaya y su familia, quien nos había confirmado que no habría problema para que Andrés pudiera correr.

...Y  Andrés se preparó para la batalla.

A las 11, las pastoras que años atrás recorrían los caminos por los que ahora pasaba la carrera, dieron la salida.


Avisaban de que era dura. Sobre todo la bajada. Desde mi posición en una terraza, con una caña de la mano, no parecía tan complicada, la verdad, jejejej.

Comenzaron a llegar los primeros corredores, y en meta había preparada una buena fiesta, con música, mercadillo, productos de la tierra....

Andrés llegó poco después, alucinando de la dureza de la bajada. Recuperó, se duchó, y luego pudimos comer una buena espicha que tenía preparada la organización.

Después de comer y beber bien, desacansamos un poco, hasta la hora en la que Santi Obaya hacía una proyección de diapositivas con algunas de sus carreras.

Allí, aprovechamos para saludarles con más calma y terminamos cenando algo con ellos.
El domingo, de nuevo desayuno-calidaddevida en terraza y luego Andrés se fue a trotar un ratito por el monte.

Después, y ya de camino de regreso, paramos a comer y pasar un ratito de playa en San Vicente de la Barquera. Impresionante día que nos hizo empezar a coger un poco de color.


Y así seguimos... esperando que sople el viento a favor...

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