viernes, 16 de noviembre de 2012

10-11-2012 UTAX

Había dudado mucho sobre si apuntarme o no a esta prueba. Por una parte, no tenía muchas ganas de embarcarme en días y días de entrenamientos, de pensar sólo en ello, de que la carrera monopolizara todas las conversaciones, los planes... pero por otro lado, me animaban mucho los inmejorables recuerdos que tengo de los otros ultras que he corrido... Al final, la moneda cayó por el lado del "sí".

La cosa empezó fenomenal. Yo sabía que los entrenamientos no habían dado demasiados resultados. Sin duda, la falta de Perri acompañándome y animándome, iban a pasar factura. Y eso que, inexplicablemente, Andrés se había animado varios días a correr conmigo...¡¡incluso los días de series!!.
6 de la mañana. ¡¡Empezamos!!
El caso es que los primeros km fueron como la seda. El día no acompañaba, ya que apenas a media hora de dar la salida, comenzó una lluvia que ya no nos abandonaría el resto del día y la noche. Iba contenta. Las piernas funcionaban y el ánimo estaba muy alto.

El perfil era muy duro, así que avanzábamos despacio, pero bien.


Saliendo del primer avituallamiento

Tan "happy" iba por el monte que en un descuido me ví con la cabeza por el suelo, lo que me produjo un momento de falta de aire, un pequeño agujero en el Gore y varias heridas en manos, rodillas, cabeza, caderas...

Pero después del susto inicial, continuamos la marcha. Sin  prisa, pero sin pausa

En los avituallamientos, procuraba que no paráramos mucho, para no quedarnos fríos ni perder el ritmo.



Una bajada especialmente técnica hizo que perdiéramos demasiado tiempo.... pero es que mis bajadas.... son mis bajadas...


Algún paso un poco complicado

Y km 45: punto de descanso, donde podíamos llevar una bolsa con ropa seca para cambiarnos. Llegamos tan frescos, aunque es cierto que había calculado hacerlo algo antes. El crono de Rober nos decía que habían pasado ya 9 horas y media desde que salimos.


Yo me cambié completamente, y esperé a mis compañeros (que para esto de vestirse parecen princesitas), para continuar con la marcha antes de que nos diera más pereza.

Salvo un dolor en la rodilla, que acostumbra a molestarme cuando mis piernas piden clemencia (nota mental: creo que la única forma de evitar esto es meterle mucha caña antes, para que estén acostumbradas y fortalecidas), no había atisbos de marrones ni malos pensamientos.



Estábamos cansados, claro, pero la cabeza funcionaba correctamente y lo estábamos pasando tan bien, que disfrutabamos de cada paso.

Los siguientes 10 km hasta el siguiente avituallamiento fueron rápidos. Un "piscolabis", y seguimos.....


Nada hacía presagiar lo que nos esperaba. Sabíamos que aún nos quedaban varias pendientes que salvar, pero, aunque con la lluvia sí que contaba, no lo hacía con sus amigas la NIEBLA y la NOCHE.
Me entró frío, me puse los guantes, pero pronto se mojaron, no veía bien ni con el frontal, ni sin él; el sonido de los molinos de viento justo sobre nuestras cabezas, además, añadía una banda sonora horrible a lo que ya estaba sintiendo.

La falta de visibilidad hizo que nos perdiéramos (y eso que la carrera estaba muy, pero que muy bien señalizada).... empezaba a darme cuenta de que no me apetecía nada estar allí.

Para rematar la faena, comienza una técnica bajada entre bosque, con grandes pendientes, por supuesto completamente embarrada, que me hace caer contiuamente.... Empiezo a verlo más y más claro: en cuanto llegue al siguiente avituallamiento, no hay quien me mueva de allí.

Aún así sufrí mucho para llegar. Los datos que teníamos no eran correctos, y donde creímos que había 10 km en realidad fueron 14. A estas alturas estos detalles machacan.

El caso, es que, con toda la tranquilidad del mundo, decidí plantarme.
No es mi estilo, pero no me arrepiento. Sé que hice lo que debía, aunque, por supuesto, un cierto sentimiento de frustración me acompaña desde entonces.

Volviendo a la carrera, Andrés y Rober siguieron, y tardaron otras 5 horas más (llevábamos ya 13) en llegar a meta. Unos campeones. A Andrés se le nota muchísimo cuando entrena, y a Rober, que a cabezón no le gana nadie, sólo le hacía falta regularse un poco al principio para asegurarse la finalización.

El organizador me lleva a la meta (justo en nuestro albergue). El camino se me hace largo incluso en coche.

Me ducho, me pongo ropa seca y me voy a tomar unas cañas para hacer tiempo hasta que lleguen mis compis. Se me cerraban los ojos en los bares.

5 horas después llegan los campeones.
Cansados pero exultantes. Me alegro mucho. De verdad que sí.

El domingo, entrega de trofeos, comida típica en Lousa y vuelta.


No hay reflexión final, porque queda todo dicho. Ahora, a pensar en nuevos proyectos, con cierto sentimiento de "empezar de cero". La buena noticia: Perrino se recupera de sus lesiones ¡¡y parece que vuelve a los ruedos con ganas!!





2 comentarios:

Beatriz Alonso dijo...

Ánimo Elena, esto forma parte del Juego. ¡¡No existe el fracaso sólo el Feedback!!
Un abrazo ;)

Helena González Tapia dijo...

Gracias, ron-raider... aún en proceso de asimilación...Se agradecen los ánimos...