lunes, 5 de marzo de 2012

I MEDIA MARATÓN DE SALAMANCA

Día 4 de marzo, 10.30 de la mañana.

Nervios, prisas, risa floja, últimos lamentos....un clásico.
Esta prueba era especial por varios motivos. El principal es que era la media maratón local, primera edición y además un rotundo éxito de inscripciones, que habían puesto a la ciudad patas arriba el último mes. Jamás había visto tanto atleta recorriendo las calles de Salamanca con sus zapatillas y sus camisetas de la Sansilvestre...
El caso es que, como siempre, iba pensando que no había entrenado bien, sin mucha fe. Era consciente de que por unas cosas u otras me había saltado todos los entrenamientos largos, y temía que eso pudiera pasarme factura.
Me coloqué, prudente, entre el globo de 1:40 y el de 1:45. Salí bien, agusto, y antes de que pudiera ponerme a pensar en nada, me alcanzó una chica con la que coincidí, ¡ojo! EN MALLORCA en una carrera que hice hace unos meses. Fuimos charlando, así que los primeros km se me pasaron volando.
Me sentía bien.
Cuando me quise dar cuenta, y sin dejar de adelantar a gente, estaba en km 17, que es, según mi opinión, donde realmente empieza una media maratón.
Aunque el cansancio ya se hacía palpable, y había ganas de acabar, logré no ponerme nerviosa y seguir a lo mío hasta que, de repente, alguien dijo: "ya se ve la meta!"
¡ostras!, es verdad!!, No había mirado el reloj en todo el recorrido, pero sabía que el globo de 1:40 había quedado atrás, así  que achiné los ojos para ver qué ponía en el crono: ¿eso es un ocho?, sí, si, debe ser un ocho. Qué bien, lo he hecho mejor que la última vez...espera, espera, que no es un ocho, que es....¡¡UN CINCO!!
No me lo podía creer... hora treintaycinco cincuenta, cincuentaiuno.... y finalmente 1:35:59

Los chicos de la organización me preguntaron si me encontraba bien, pero creo que era por la cara de susto que puse al ver semejante tiempo... Yo estaba perfectamente...de hecho subí la cuesta que daba a la plaza de la Concordia corriendo para ir a abrazar al "equipo", quería saber cómo les había ido a ellos y quería contarles mi personal hazaña.
Sé que no es un tiempazo, pero era algo impensable para mí hace un par de años, así que me siento muy muy orgullosa.

Perrino y Andrés habían hecho un carrerón y habían entrado muy cerquita el uno del otro, así que también estaban muy contentos, y, por un par de segundos no bajaron de 1:25 h.


Andrés subiendo la cuesta más dura del recorrido

Perri apretando los dientes
Otro de la escuela de Andrés

Anita, que no se le quita jamás la sonrisa
El resto también muy contentos, así que, como hacía frío, nos fuimos rapidito a duchar, que quedaba la parte más divertida del día: ¡¡LAS CAÑAS!!
Por supuesto todo el resto del día la conversación giró en torno a la carrera y sus detalles.
Sin duda un día para no olvidar.


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