Fin de semana "A la aventura": primero, porque esta prueba es una prueba de aventura, y segundo porque nos apuntamos sin tener la más remota idea de qué era eso de un Raid.
Fuimos de novatos desde el principio: llegamos el viernes, yo creo que los primeros, como
buenos pichones, y mientas que el organizador nos explicaba cómo iba a ser la prueba, nosotros hacíamos como que nos estábamos enterando de algo: "aha!", "sí, si", "comprendido"....NI PUTA IDEA
Aunque había actividades antes y después, la prueba era el sábado. Empezaba a las 9.30 con una charla técnica en la que ya, de momento, se enteró todo el mundo que eramos los más novatos y los más paquetes de allí: Resulta, y valga de aviso por si alguien se presenta por primera vez a un raid, que los dorsales NO SE PONEN EN LA CAMISETA, SI NO EN LA MOCHILA
(Aquí se observan debajo de las camisetas)
(Aquí se observan debajo de las camisetas)
Vamos, el ridículo más absoluto...
El caso es que a las 10.45 de la mañana se daba la salida y después de coger el mapa y darle unas cuantas vueltas haciendo como que sabíamos qué estábamos mirando, salimos a por la primera baliza: 19 minutos en encotrarla: "chico!, pues si esto sigue así....terminamos en un rato..." ya, ya.
Aquí: la primera baliza:
Después de esa vinieron otras que no se resistieron mucho, y una en la que perdimos más de una hora buscando un camino que nos iba a llevar directos, y del que terminamos por desistir, volver sobre nuestros pasos, y subir por la carretera hasta "Cabezas Bajas" ¿desnivel? un huevo. Aquello parecía que no terminaba nunca: curva para la izquierda, curva para la derecha, curva para la izquierda......
Esta baliza, colocada sobre una cota de (xm.) daba paso a las 5 o 6 siguientes que iban llevando poco a poco y a través de los montes de la sierra de Gredos hasta el primer avituallamiento, en (la Galamperna), y dejaba atrás a las anteriores, más asequibles y urbanitas.
Tuvimos que ir de cota en cota buscando al menos otras tres balizas, entre pinares, matojos y arbustos, y después una bajada que ni que la hubiera buscado uno de Bilbao:
Pasamos a toda prisa por Nava de Barco, y de ahí a una zona de descanso.
Lo del avituallamiento no lo cuento, que me da hasta vergüenza. Pero una cosa sí digo: el año que viene me hacen pagar un plus por zampabollos (bueno, zampabollos, zampasandías, zampaquesos, zampaempanadas, zampapastas.....acojonante)
El siguiente punto de control nos llevó más rato del esperado: estaba situado a la orilla del río, en un molino, pero en un camino que nos saltamos al menos dos veces. Inexperiencia, sin duda.
Después en el parque del pueblo, y ahora, una tirada muy larga hasta el siguiente punto de control, y, a medio camino, una baliza optativa que nos llevaría casi otra hora en buscar, y que encima, cuando habíamos perdido la esperanza, nos la encontramos "de casualidad".
Aquí estábamos más o menos a mitad de la prueba, y llevábamos ya 6 horas y pico.
Nos obligaron a parar media hora, y sinceramente, yo pensé que no iba a ser capaz de seguir. El desgaste (aunque hubiera repuesto fuerzas) era muchísimo, y, como decía mi compi de equipo "estábamos rotos muscularmente"
El caso es que sorprendentemente no acusé el cansancio, ni la modorra de después de comer, e incluso iba bastante animada, y eso que era consciente de que lo que nos quedaba era como mínimo otro tanto de lo que ya habíamos realizado. En algún momento, me agobió el pensar lo lejos que estaba la meta, pero lo bueno de este tipo de carreras es que tienes poco tiempo para pensar en algo que no sea el mapa.
Las balizas ahora fueron fáciles de encontrar: una por carretera que nos permitió trotar y adelantar a las que a partir de entonces iban a ser nuestras inmediatas perseguidoras (dos viejunas sin fondo pero con una precisión increíble) y llegar a un pueblo (Navamures, creo), la siguiente en lo alto de un monte, que, de no haber sido por las viejunas, no sé yo si lo hubieramos encontrado, y las siguientes ya iniciando el camino de vuelta a la vera del río.
Pasando Tormellas, nos arriesgamos a buscar una baliza optativa que fue la que posteriormente nos daría la ventaja sobre las viejunas. La ADORADA BALIZA Ñ
Una de las atracciones de este recorrido era que había que pasar obligatoriamente el río. Pues nada, nada, ¡al agua!...claro, ni nos quitamos las zapatillas ni nada. Según íbamos...Tengo que decir que después de tanto campo a través, tanto buscar caminos, tanto pisar zarzas y ortigas..., meterme en el río fué un auténtico alivio para las piernas, que, a estas alturas ya parecían las de Marianico el Corto más que las de una fina dama como yo.
¿A que parezco un fantasma?
Empezaba a hacerse de noche y aquí empezó la parte más tensa del día. Eran ya las 9 de la noche y estábamos lejísimos de la meta. Teníamos que encontrar una baliza colocada al final de una senda (de montaña, por cierto) que parecía que no terminaba nunca, y que cada vez se adentraba más en la montaña, con toda la vegetación, la luz que iba desapareciendo...uf!
Finalmente la encontramos y nos dirigimos al siguiente punto de control, al que se llegaba por un marcado y cómodo camino por el que se podía trotar bastante bien -que no rápido-. Estaba situado en Casas Bajas, y otra vez, otro avituallamiento (sonrojo) y otra parada obligatoria de 10 min. Ya era de noche y ahora sí que ibamos con el tiempo pegado al culo. Decidimos bajar por la carretera, la misma que se nos hizo interminable 8 horas antes, pero con la suerte de que ahora sería cuesta abajo. Bajamos corriendo todo lo rápido que pudimos, porque la tirada era larga hasta la penúltima prueba: tirolina que nos pasaría el río y nos llevaría prácticamente a meta. Pasamos como locos por Navatejares (si hay radar, salta), pero ....cuando llegamos al lugar donde tendría que estar la tirolina, nos dice un pescador nocturno que la han desmontado y se la han llevado hacía ya un rato....¡¡¡MECAGÜENTOOOOO!!!
Pues, ale!, al puente más cercano y a cruzar corriendo hasta que por fin, y a falta de 15 minutos para que se cerrara el control, llegamos a la zona de meta.
Ya sólo nos quedó picar la última baliza, colocada en el centro del río y hasta donde había que llegar en una balsa de madera, y POR FIIIIINNNN, cruzar la meta.
La llegada fue muy alegre para nosotros, pero vamos, que allí no nos hizo caso ni Rita, porque eran las 10.45 de la noche y todo el mundo estaba ya pendiente de los juegos para niños.
Nos sentamos en un banco a beber un montón de cervezas (detallazo de la organización...qué acuarius ni qué cojones!) y a pensar en lo que acabábamos de hacer: ¿locura?, ¿aventura?, ¿desventrua? ¿experiencia gratificante?. Aún no lo sé.
Dormirmos en el pabellón, o, como lo llaman estos raiders "suelo duro", y nos despertamos el domingo con dolores por todo el cuerpo.
La organización daba de desayunar chocolate con churros y luego había una especie de yimkana para los niños. Nosotros no teníamos fuerzas para nada, así que nos fuimos a comprar unas cerezas al Jerte y a tomar unas cañitas.
Regresamos para la entrega de trofeos, comida campestre y para casa.
3 comentarios:
Hola Helena, soy Jose Ramon de Orientagredos. Quería disculparme por no haceros mucho caso cuando llegasteis a meta, pero teniamos a los niños dispersos por el pueblo en una carrera nocturna.
sobre lo de que no teniais ni idea, lo disimulasteis fantasticamente bien, j j j. No nos dimos ni cuenta, si lo hubiesemos notado, hubiesemos estado un poco más pendientes de vosotros.
Espero que despues de todo hayais disfrutado.
Un abrazo y la próxima vez esperamos hacerlo mejor
jeje! la organización fue PERFECTA. Yo no puedo comparar con otras pruebas, pero dudo mucho que se pueda mejorar.
Lo pasamos estupendamente, aunque la verdad es que fue durillo. El año que viene, si se puede, volveremos ya con algo de experiencia. Enhorabuena por el trabajo que realizasteis, impagable...
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