martes, 22 de mayo de 2018

12-13 MAYO. CASILLAS




Como Andrés está preparando los 70 km del Ultra de  Casillas que será el próximo 3 de junio, el sábado día 12, después de una sesión familiar de vermú, partimos hacia allí con la intención de hacer noche en la furgo y madrugar para recorrer  parte del track de la carrera. Como yo aún  estoy en periodo  de reeducación, y mi musculatura no está muy acostumbrada a correr por terreno  irregular, había que ser prudentes, así que decidimos hacer la versión cross de la carrera. Son unos 25 km que comparten recorrido con el ultra, así que así al menos Andrés se podía hacer una idea de lo que le espera el día de la carrera.


Despertamos pronto, tanto que  aún no estaba abierto el bar, así que desayunamos algo en la furgo, y en lo que nos preparábamos para salir y demás, cuando nos pusimos en marcha ya pudimos tomar un café rápido. Como siempre, el inicio duro: Subida “a dolor” por las calles del pueblo que poco a poco te van sacando hacia caminos entre parcelas y huertos particulares, para, un poco más adelante, comenzar la subida por pista y senda hacia el “collado de las vacas”, primer punto de referencia que alcanzamos con relativa facilidad.

Desde aquí, por una amplia pista que, pese a lo que parecía al principio es bastante “corrible” (es un decir)  se llega “El Berrueco”. El desnivel es bastante, pero, como digo, la subida se hace sin grandes problemas ni grandes sofocos.


Ya hemos alcanzado la parte más alta del recorrido, ahora comienza un sube-baja de lo más entretenido, para llegar al “Puerto de Casillas” casi sin darte cuenta.
Aquí es donde los corredores del ultra tendrán la “bolsa de vida”, y donde, si Dios quiere, esperaré junto con la familia a Andrés para darle una recuperadora croqueta de Paquita.

El paraje es chulo y se puede llegar en coche, así que yo creo que será un buen sitio para llevar un balón, una nevera con cervezas y esperar a que pase.
Después de inspeccionar un poco el sitio, seguimos nuestra ruta, que empieza con otra gran subida hacia “La Virgen del Mirlo”, donde se inicia ya la bajada. Bastante incómoda, por cierto, y que te pone prácticamente a los pies de Casillas.

Esta es la peor parte, porque prácticamente ves la “meta” y, con la miel en los labios,  el recorrido hace un par de bucles que alejan de nuevo del pueblo para dar un rodeo y volver al mismo punto. Psicológicamente esto agota a cualquiera… Aunque, todo hay que decirlo, los bucles pasan por zonas de bosque muy bonitas.

Una vez que hubimos despotricado un poco de estas vueltas, terminamos el recorrido, que baja como última “gracieta” por una zanja que supongo que se ha producido como consecuencia de la erosión del agua bajando de la montaña. Muy  incómoda y absoultamente incorrible para mí.

Pero ya estamos en Casillas de nuevo, y por tanto, hemos completado el recorrido. Hemos echado la mañana y estamos cansados pero contentos.
Como no puede ser de otra forma, la ruta acaba en el bar.

La semana siguiente tuve unas agujetas que me duraron hasta el jueves, pero en realidad eso significa que estoy haciendo lo que me gusta, así que ya se sabes: "sarna con gusto, no pica".


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