martes, 7 de junio de 2016

RIAZA TRAIL CHALLENGE, o cómo recuperar la sonrisa.

No quiero ponerme muy pesada, pero es que estoy muy, muy, muy, muy contenta.
Han sido muchos meses de preparación (y no sólo física) y muchos miedos acumulados, pero por fin puedo decir que:
¡¡HE ACABADO UN ULTRA!!

Ya pensé que nunca lo conseguiría.
Puede que haya sido por la confianza que me dio saber que no tenía que operar (de momento) la rodilla, o puede que por lo duro que le he (hemos) dado a la zapatilla últimamente, o por la nueva equipación con la que me sorprendieron los Perris una semana antes de la prueba.... o por un poco de todo... el caso es que....


¡¡HE VUELTO A ACABAR UN ULTRA!!

Es hoy ya martes y sigo de celebración... a este paso, me tiro tantos días celebrándolo como entrenando.

Total, vamos al lío:

8.30 de la mañana, Riaza: Se da la salida y, como ya conocíamos la primera parte del recorrido, no me sorprenden los primeros km rápidos y demasiado corribles.


Son senderos y pistas hasta la subida al Pico del Lobo. Debido a un evento en la Pinilla han cambiado el recorrido, y en lugar de hacer la subida a través de las pistas de la estación de esquí, se hace por un comodísimo sendsero que, sin darnos cuenta, nos pone en la cima en poco más de 2 horas.

Tenemos la carrera dividida en tres partes, y sabemos que, después del Pico del Lobo, hay una serie de sube-bajas hasta el final de la primera parte: El puerto de la Quesera.
Ahí llegamos en algo menos de una hora desde el Pico, avituallamos un poco, me aprieto las zapatillas, pues noto que me bailan un poco, y cogemos comida  para los siguientes 17 km en los que no habrá ningún punto de avituallamiento más.

Lo peor hasta este punto está siendo la cantidad de corredores con los que compartimos recorrido. Todos los de la carrera de 40 km y la nuestra, la de 60, vamos juntos, y, la verdad, en algunos momentos llega a agobiarme tanto barullo... ¿será que ya no estoy acostumbrada a tanta gente dando voces en la montaña?.

La "segunda parte" es completamente desconocida para nosotros. Sólo sabemos, por lo que vemos en el perfil, que es un continuo rompepiernas y que transcurre a bastante altitud. Nos sorprende una tormenta en las zonas altas, con un poquito de granizo para hacerlo más divertido. Alguna que otra caída, un poco de "fresquete"... en fin, vamos entretenidos... Eso sí, sorprendidos de lo bonito del recorrido. El cresteo tiene un "nosequé" que no defrauda.

Por fin, los corredores de la de 40 km. se separan de nuestro recorrido. Menos mal. Ahora sí empezamos a ir a gusto: ritmo, cabeza y piernas de ultra. Lo que me gusta.
Me doy cuenta de que voy bien. Animada, contenta... pero la sombra de "lo que pueda pasar" está ahí. Muchas veces de ir perfectamente a querer abandonar hay tan sólo un minuto. Necesito no pensar en la meta, sólo correr, correr, correr....

Llegamos a Becerril, segunda "meta volante" de nuestro recorrido imaginario, y voy muy bien. Cojo un bocata y sigo. Andrés quiere quedarse un poco más, descansando, pero yo no me doy cuenta, pienso que va a quedarse un ratito y que luego me alcanzaría (lleva toda la carrera esperándome), pero me sigue. ¡Vaya!
La cosa para él empieza a torcerse. Va reguleras del estómago...y lo peor es que ya sabe lo que eso significa, pues no es la primera vez que le pasa.
Esta tercera parte del recorrido, además, es bastante dura. queda una gran subida, y va sufriendo.
Menos mal que, como al fin y al cabo las piernas le responden bien, continuamos poquito a poquito. Le miro y tiene mala cara. Sudando como un pollo... aissss...
Me pongo delante en la parte de subida más fuerte. Como siempre, la primera cumbre no es la buena, hay que continuar un poco por la cresta, con frío y llovizneando. Esto no le va a ir muy bien a Andrés, pienso, pero sería peor si hiciera mucho calor y, encima, con lo que está sudando, comenzaría a deshidratarse... Pensemos en positivo.

Por fin vemos a los voluntarios que nos dicen que ya empieza bajada, un poco peligrosa al principio, pero bastante cómoda en general. Son muchos km de bajada, pero Andrés ha recuperado y ya empezamos a hablar y a distraernos...

Último avituallamiento en Riofrío de Riaza. Los pobres voluntarios están ya aburridisimos.. si es que, somos unos tardones.
Sólo nos quedan unos 8 km para acabar la prueba. Empiezo a verlo. Empiezo a creérmelo.
Además, en todos los avituallamientos me habían dicho que iba segunda de las chicas... Madre mía... ahora sí que... encima tengo que correr no vaya a ser que, a última hora, me adelanten las chicas y me quede con la miel en los labios...

Un poco agónico el final, como siempre, pero por fin: RIAZA. Son las 6 de la tarde y ya estamos de vuelta... me emociono. Sí, ¿qué pasa?: me emociono.
Genial, genial, genial, genial.




Yo estaba muy muy contenta,
(qué sosainas soy)



pero el pobre Andrés... acabó cual quincieañero de botellón... "agarrao" a la bolsa de plástico...
Habrá que investigar por qué le pasa esto, y por qué entrenando no.

El caso es que, aunque la idea era quedarnos a pasar la noche en Riaza y fardar de finisher con nuestras chaquetas oficiales de la carrera, tal y como estaban las cosas, nos volvimos a Salamanca.

Pero igualmente felices, ehh??






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