martes, 6 de mayo de 2014

SEMANA SANTA: BICIGRINOS DE ÚLTIMA HORA

Dan las vacaciones y el plan (bastante perfilado para lo que acostumbramos) es pasar una semana en la zona de Benasque (Cerler, Perdiguero, Posets-Tuca Roya), con la furgo cargada con todo el material y lo que vayamos viendo.
Sin embargo, el mismo día, y motivado por una climatología de la zona no muy clara, surge en una conversación la idea de coger un bus, meter las bicis y "tirarnos" a por unas cuantas etapas del camino de Santiago...

Yo ya no veía más allá...

Total, que después de darle unas vueltas (pocas, porque no había mucho tiempo), decidimos que lo más "fácil" sería viajar hasta Santander y desde allí empezar ya con el pedaleo y hasta...donde llegáramos.
Esa mañana fue de locos: compras de última hora y una buena guía, poner a punto las bicis, embalarlas, hacer las alforjas, comprar billetes...

Pero fue una buena decisión. El resultado fue inmejorable.

Primera noche en Santander y desayuno con Pedro, un amigo de Andrés. Yo creo que serían más de las 12:00 cuando cogimos las bicis. La primera parada era ir a la catedral a por la Credencial de Peregrinos: Un pequeño detallito olvidado. Raro, porque haciendo los planes con tanta antelación...





Allí, mientras yo esperaba con las bicis a la puerta, un señor de 70 años muy amable, aficionado al ciclismo, se empeñó en invitarnos a las credenciales. Curiosidades de la vida...




Total, que, por fin, nos ponemos en marcha siguiendo las marcas amarillas, y sorteando tráfico y viandantes, por fin salimos de la ciudad y emprendemos la marcha por los caminos y carreteras de la ruta.

DÍA 1: SANTANDER- CÓBRECES

La salida de Santander es un poco caótica, y no especialmente bonita, pero lo bueno es que se avanza rápido y para cuando dejamos atrás el ruido y el tráfico típico de la cercanía de la cuidad ya habíamos hecho unos cuantos km.




Como primer día, había que ir con cautela, amoldándonos a la nueva forma de viajar. Pero todo fue bien.

Paramos a tomar un aperitivo muy cerca de Suances, y proseguimos la marcha pasando entre otros pueblos por Santillana de Mar, que no entiendo cómo no lo habíamos visitado nunca con lo bonito que es:




y así hasta Cóbreces, que es un pueblo que no tiene nada a parte de un monasterio inmenso y una bienvenida en forma de cuesta que me hizo bajar de la bici.





Una vez duchados, bajamos a  la playa, que estaba tan sólo a un km. Otra de las cosas buenas que tiene la bici es que cuando terminas la etapa, aún te quedan ganas de dar un paseo. Además, había un par de chiringuitos donde nos tomamos unas cervecitas para recuperarnos del esfuerzo.

Para cenar no nos quedó otra que ir al  único bar que daba algo de comer en la parte alta del pueblo y donde, por supuesto, nos concentramos todos los peregrinos que esta noche dormíamos allí.


Día 1 superado  y con ganas de más.


DÍA 2: CÓBRECES-LLANES

Comimos algo antes de salir porque, como digo, en Cóbreces no había ni donde tomarse un café.

Aunque no madrugamos mucho, hacía fresquete y tuvimos que tirar de forro para los primeros km.

 A la entrada de Comillas, encontramos un camping abierto y en la cafetería nos "apretamos" unas buenas tostadas con tomate y aceite. 

Pasamos Comillas, no sin antes dar una vuelta por el casco antiguo, que sin duda merecía la pena, igual que la espectacular llegada a San Vicente de la Barquera
y no paramos hasta Unquera, donde prestaba tomarse el aperitivo:




No podíamos parar mucho, que luega da más pereza arrancar, así que continuamos la marcha por una exigente subida a las afueras de Unquera, que nos espabiló rápido.

El camino hasta Llanes es muy bonito, lo conocíamos un poco porque habíamos estado corriendo un par de veces por allí. Sin embargo, hay que reconocer que se hace durillo en bici, porque es un continuo sube y baja que al final termina desesperando un poco





El día anterior, previsores, habíamos reservado el albergue "la estación" en LLanes, completamente recomendable, sobre todo por la amabilidad del personal.
Tomamos unas cañas de terraceo y reservamos para cenar algo calentito mientras esperábamos a que empezara no se qué partido de fútbol que parece ser que era muy importante.
Cuando acabó, a la cama que mañana hay que seguir.

DÍA 3: LLANES-SEBRAYO

Amaneció muy nublado, y, aunque la previsión era que poco a poco el día iría abriendo, la realidad fue que estuvo un día muy muy muy frío y húmedo, lo que hizo la etapa especialmente dura, mucho más de lo que parecía en principio.

La salida de Llanes es también muy bonita, como la entrada 


Cada poco aparece el mar al fondo y se refleja en unos paisajes característicos del norte.
Llegamos a Ribadesella con mucho mucho frío. Por eso, en lugar de hacer una parada fugaz, terminamos en un restaurante comiendo algo caliente. Se nos fueron al menos un par de horas, pero fueron necesarias. 
Encima, allí recibimos la llamada de que Antonio se venía con Lucía a pasar el finde, así que tuvimos que "recalcular" distancias e intendencia acoplándonos a la nueva situación.
Así, ya no haría falta que regresáramos a Salamanca en autobus, evitándonos el rollazo de embalar las bicis de nuevo y la paliza de viaje. Sólo teníamos que pedir prestado un portabicis, y pedir a Antonio y Lucía que viajaran en nuestro coche en lugar de traer el suyo.



Así, por la tarde ya no hicimos más paradas hasta llegar a Sebrayo, 6 km antes de Villaviciosa. Albergue muy básico pero con una atención estupenda.
Allí no había mucho que hacer: ni bares, ni ningún tipo de establecimiento, así que esperamos a que llegara el camión ambulante que traía productos básicos, compramos algo para cenar y nos relajamos en la terraza del albergue hasta la hora de dormir.

DIA 4: SEBRAYO-AVILÉS

Amanece un nuevo día, y, como si de "El día de la Marmota" se tratara, volvemos a ponernos las mallas, coger la bici, acomodar el culo y a tirar...

Hoy tocaba desayunar en Villaviciosa.  Allí, en la oficina de turismo, nos recomendaron que no siguiéramos el Camino de Santiago, si no que fuéramos por la carretera nacional, que, aunque había que subir el mismo desnivel, al menos se podía ir sobre la bici, y no tener que, literalmente, cargar con ella.
Así lo hicimos. Fue una subida muy larga y muy dura, pero con un poquito de musiquilla y mucho buen humor, llegamos a lo alto del puerto para luego, bajar hasta Gijón entre los cientos de motos de una concentración motera que andaba por allí.

La llegada a Gijón, aunque se hace un poco larga, es muy bonita, porque se llega desde la parte alta, viendo toda la ciudad, las playas y el mar en una perspectiva muy resultona.

En Gijón comimos algo y esperamos a Antonio y Lucía, que ya estaban por allí. Tomamos un café con ellos y nos despedimos hasta el día siguiente, que nos veríamos en Luarca.

La salida de Gijón fue un poco caótica, sobre todo porque soplaba mucho viento y nos quedamos helados, y además, una vez que abandonamos la zona central de la cuidad, nos metimos en un rato de tráfico por carreteras nada tranquilas que llegan a desesperar a cualquiera.

Menos mal que un poco más adelante, abandonamos la nacional para subir por una carretera mucho más tranquila y continuar camino hasta Avilés (entrada mega caótica), donde encontramos el albergue casi de casualidad.


como era bastante pronto, nos fuimos a tomar unas cañas y a cenar por Avilés, que estaba abarrotado de gente viendo procesiones.

DÍA 5 AVILÉS-LUARCA

La piernas aguanta, así que vamos allá


Salida de Avilés dura: mucha pendiente y las piernas aún frías.
Hoy tocaba una etapa bastante larga y de continuo sube-baja, así que dura.


un bosque muy cerrado me hizo bajar de la bici en varias ocasiones.

Acabó con mis fuerzas y con mi paciencia.
Paramos a comer a medio camino con un hambre veroz y continuamos por una carretera nacional inacabable que subia y bajaba continuamente zigzagueando junto a la autopista.

Sabíamos que hoy, como no puede ser de otra forma, tocaba lluvia, y había que intentar llegar pronto a Luarca.
Aun así, la ultima hora el cielo no aguantó más y llegamos empapados y muertos de frío,


 así que lo primero buscar alojamiento, darnos una duchita, y ¡¡a celebrarlo!!


El tardeteo de cañas y la cena estuvieron fenomenal, pero claro, en cuanto nos tomamos la primera copa, me vino todo el cansancio encima, y ale, a la cama.

Mereció la pena.

Para acabar una Semana Santa de las mejores que recuerdo, el domingo pudimos disfrutar de un concierto al aire libre en el puerto de Luarca. Sin duda un lujazo



Así que esto ha sido mi Semana Santa, como digo, me lo he pasado genial y me he reencontrado con la bici, espero que por mucho tiempo.
Y para terminar, un poco de musiquita:


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Viaje súper positivo x ambas cosas..lo primero x la compañía, lo segundo x esos parajes asturianos q siempre t quedas con ganas d volver a ver y x último la experiencia (sobre todo a la vuelta..jeje).. x otro lado, decir q Andrés y Helena, aunque los conozco poquito son unos máquinas.. no se m ocurre otro adjetivo mejor para definirlos.. un saludo chicos y que sigan esas etapas.

LUCÍA

Helena González Tapia dijo...

Todo un placer, Lucía!!

Unknown dijo...

qué pasote de vacaciones, ¿no?