viernes, 28 de septiembre de 2012

Viernes mediodía: Salgo de trabajar y me está esperando Andrés para no perder ni un segundo y estar lo antes posible en La Plataforma de Gredos.
La idea es hacer un trail hasta el Morezón, y, de allí, bajar al refugio a cenar y dormir, y el sábado, con viento fresco, hacer otra similar.
Voy comiendo por el camino, en el coche, y paramos a tomar un café rápido en Barco de Ávila.
El reto había sido conseguir meter lo indispensable para correr dos días por la montaña, y dormir una noche en el refugio en la mochila de los trails. Es decir, en apenas 5 litros...
Lo había hecho renunciando a casi todo. Llevaba una camiseta para dormir, mallas y camiseta de manga larga, el saco sábana, el gore comprimido en una funda, unos calcetines para el día siguiente, ropa interior, guantes,  un minúsculo botiquín y dos o tres barritas energéticas.

Llegamos a la plataforma sobre las 17.30, abrí el maletero y... ¡¡sorpresa!! la mochila de trail sí que estaba, pero la que contenía las zapatillas y la ropa que iba a llevar puesta, ¡¡¡se había quedado en Salamanca!!!

Horror. Un análisis rápido de la situación me hizo comprender que no había solución. Con la ropa de trabajar no llegaba ni al prao las pozas, y ya no había tiempo de intentar conseguir unas zapatillas en ningún lado.

Aún así, Andrés, intentando calmar su conciencia se empeñó en que volviéramos rápidamente a Barco de Ávila, y compráramos al menos unas zapatillas para no tener que abandonar definitivamente el plan. Yo lo veía algo más claro: el plan estaba muerto.
Me negué a pagar por unas zapatillas de emergencia. Bastantes tengo en casa como para comprar otras con prisas.

Una vez asimilado el desastre, tomamos unas cañas en Barco, y de regreso a Salamanca.

El sábado, ruta en bici, y el domingo, paseo matutino con la familia:

Tío Manolo

Primo Dani



Un fin de semana inolvidable...




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