martes, 2 de agosto de 2011

VACACIONES: ZERMATT Y CERVINIA

Parecía de masiado pronto: 5 de julio, y ya de vacaciones...
El caso es que cuando me quise dar cuenta estaba en el aeropuerto re-haciendo las maletas para que el peso no excediera el permitido por las compañias de bajo coste. ¡¡qué pesados!!
La primera mañana en Randa, al lado de Zermatt tuve la sensación de que quedaban demasiados días de vacaciones por delante. Sin duda me faltaba aclimatación: no a la altitud, si no a la situación.
El plan inicial era subir directamente al Breithorn el primer día allí, sin embargo, los planes cambiaron e hicimos una ruta hacia el refugio Schondihüte Antonio, Andrés y yo. Es un camino justo en frente del Cervino, muy vistoso.


Nos dimos cuenta que habría sido un error atacar el Breithorn este primer día: las piernas estaban entumecidas del viaje y no respondían correctamente. Mucho menos para un cuatromil...
El siguiente día, volvimos a madrugar de lo lindo para coger uno de los primeros teleféricos que suben al Kleiner Matherhorn y ascender al Breithorn, sin embargo, la niebla, y sobre todo la velocidad del viento que desde abajo nos confirmaron, hicieron que, una vez más, tuvieramos que pasar al plan B y tirar hacia otro lado del valle.

Hicimos un bonito paseo de más de 8 horas por varios lagos de nombres impronunciables y luego subimos al Rothorn, a 3198 m.





A partir de ahí empezó a llover y nos tocó apresurarnos para perder altura y salir rápidamente de la niebla.
El tercer día la meteorología no daba lugar a dudas, así que dedicamos el día a conocer los pueblos de los alrededores y a explorar destinos más urbanizados.

Con las pilas absolutamente cargadas, afrontamos el cuarto día, otra vez desde bien prontito y subimos al refugio de Horleyhutten, a los pies del Cervino. La ruta no es complicada, y sí muy  espectacular. Lástima que la niebla, una vez más, no nos permitiera ver la arista de este GIGANTE en su totalidad.
Desde allí, emprendimos la "ruta de los glaciares" hasta     -------   donde comimos, y para abajo de nuevo por un sendero precioso que perdía altura con muchisima rapidez.





¡¡¡10 DE JULIO!!! MI CUMPLEAÑOS.
¿Qué mejor día que hoy para intentar, por fin el Breithorn?. Las previsones no eran NADA buenas, de hecho estuvimos dudando a la puerta del teleférico si subir o no. Si hubiera sido cualquier otro día, me habría decantado por esperar una mejoría climatológica, pero me hacía una ilusión tremenda celebrar el cumple a más de 4000 metros de altitud.
El teleférico sube a casi 3700 por lo que la ascensión como tal no es dura. Tan sólo había que tener cuidado con la peligrosidad intrínseca de estas montañas tan alpinas, por lo que lo mejor fue que nos encordáramos desde el principio.

Dos grandes
La cima es muy bonita. Redondada y, por desgracia, llena de gente. 
(Reflexión desde la cima: "siento más vértigo por los años que por la altitud" aiissssss)
Unas fotos y para abajo.


La bajada por momentos comprometida por la cantidad de cordadas que nos cruzábamos, pero sin problemas.

Tomamos unas cervezas para celebrarlo y cambiamos de destino.


RUMBO A ITALIA

Dia 11 de julio y comienza la peripecia italiana. Lo primero fue parar en Aosta a conocer un poco el pueblo. Hay una gran diferencia entre la parte Suiza y la italiana. Personalmente, prefiero la italiana. Las costumbres
y los horarios son mucho más parecidos a los españoles.
Como llegamos a la hora de comer, nos sentamos en una terracita a tomar una pizza y una buena cerveza, y, cuando terminamos, volvimos a coger el coche para acercarnos a nuestro próximo objetivo: GRAN PARADISO.
Sobre las 17:00 llegamos a Pont, donde termina la carretera de aproximación y donde hay un punto de información. Nos acercamos a preguntar por el tiempo y nos dijeron que al día siguiente, por la mañana, se podría intentar el ascenso, pero que a partir de la tarde las condiciones iban a empeorar notablemente.
Para atacar el Gran Paradiso hay que hacer noche en el refugio Vittorio Imanuelle II y subir de madrugada, y la señora del punto de información nos ofreció llamar y reservar dos plazas para esa misma noche, así que una hora después nos volvimos a ver con las botas puestas y la mochila (que por cierto apenas habíamos deshecho desde el Breithorn del día anterior) al hombro otra vez pim-pam, pim-pam.
Todo rapidisimo. A mí se me soltaba la risa floja cuando lo pensaba...Bueno, sólo al principio, porque después descubrí que el cansancio me estaba haciendo mella y las menos dos horas que se tarda en llegar al refugio se me hicieron las más duras de todas las vacaciones. Parece mentira que una senda para senderistas me hiciera sudar y sufrir mucho más que cualquiera de las otras ascensiones de las vacaciones.

El caso es que en el refugio se estaba muy agusto. Nos sirvieron una cena riquisima y abundantisima y prontito nos fuimos a la cama.

A las 3.30 de la madrugada sonó el despertador. Casi todos los que estábamos allí ibamos a lo mismo, asi que esa hora intempestiva había un ambientazo en el refugio que parecía la Gran Vía de Madrid.

Después de desayunar (que era un poco raro, porque parecía que acababa de cenar), salimos con nuestros frontales hacia nuestro destino.

La primera parada, una hora después fue para ponernos los crampones y encordarnos.
Comenzaba a amanecer, y el ambiente era muy fresco. Con un ritmo lento pero constante, ibamos adelantando cordadas, mirando hacia atrás de vez en cuando para contemplar la espectacularidad del paisaje. Justo un año antes allí arriba, hace unos días en aquel otro lado...





Sobre las 8 de la mañana alcanzamos la cumbre. Un pequeño paso con cierto peligro, y junto a la Madonna.
No hay tiempo para más, y hay mucha gente que está esperando para subir, así que unas fotos y para abajo.


La vuelta, como la subida, sin apenas descanso. Paramos en el mismo sitio donde nos equipamos en la ida para quitarnos toda la ropa que ahora sobraba.

Sobre las 12 estabamos de vuelta en el refugio. Aprovechamos para tomarnos unas cervecitas, y, cuando hubimos descansado un poco, volvimos a afrontar la PESADISIMA senda de bajada al coche.

En este punto, le comuniqué a Andrés que colgaba las botas. Había sido suficiente tralla como para que mi cuerpo me pidiera un descanso. A él le pareció bien.
Me planto

Las previsiones se cumplieron y poco después de bajar comenzó a llover. No nos importó porque la actividad de la tarde fue conocer todos los bares del pueblo y cenar en un sitio precioso que encontramos de casualidad.

A la mañana siguiente, sin que hubiera parado de llover, decidimos que era hora de cambiar de aires, y nos fuimos a Cervinia. Cogimos un hotel precioso, con unas vistas espectaculares e hicimos un poco de turismo, puesto que la lluvia no daba tregua y no podíamos plantearnos ninguna otra cosa.

El día 14, penúltimo de unas vacaciones que estaban saliendo especialmente bien, nos calzamos las zapatillas de correr e hicimos una ruta andando-corriendo a la base del Cervino, pero de la parte italiana. Una pasada haber visto a este gigante desde dos lados y dos países diferentes. Me pareció igual de bonito, pero mucho más espectacular del lado suizo.




Después de terracear de lo lindo, fuimos al hotel a descansar un poco y luego a nadar un rato a la piscina del pueblo.

Al día siguiente tocaba vuelta al bullicio, al tráfico, al gentío...aiiss, qué pereza. Aprovechamos a hacer turismo en Bérgamo, disfrutando de la pizza, las cañas y los helados italianos.

Y con esto acaba la primera parte de las vacaciones de un verano que está siendo MUUUYYY ajetreado...

1 comentario:

Roberto dijo...

Que envidia de fotos!!..pedazo de viaje que os marcásteis...yo pude ver el Cervino desde la cima del Mont Blanc y ya me impresionó asi que desde abajo tiene que ser la caña..ya me contaréis con detalle...besos