jueves, 28 de octubre de 2010

24 de Octubre. Corral del Diablo

El pasado domingo, con la fresca, partimos Perrino y yo rumbo a Gredos sin tener muy claro hacia dónde dirigir nuestras botas. Por el camino, y todavía antes de que amaneciera (creo que nos pasamos con el madrugón), decidimos comenzar rumbo a la Laguna de la Nava, y, una vez allí, y en función de las ganas que tuvíéramos, improvisar.
Después de tomar un café en Barco de Ávila, aparcamos el coche en LA GALAPERNA, y emprendimos la marcha.


El día estaba soleado, así que tranquilamente y con mucha alegría, seguimos el marcado camino que lleva, casi sin darte cuenta,  a la Laguna de la Nava.

En dos horas y media justas, estábamos allí, pero al ser una ruta muy fácil y amena, había mucha gente, por lo que decidimos tomar un tentenpié rápido y continuar un rato la caminata. Dedujimos que si queríamos ir al pico más alto del pequeño circo de la Nava, habría que bordear la la laguna para coger la cresta e ir ascendiendo con ella, así que eso hicimos.


La cuerda va tomando altura suavemente. Con buen ritmo la cubrimos entera hasta llegar al MACRO HITO que indicaba que habíamos llegado a nuestro destino:


Exploramos un ratito hacia el otro lado por si veíamos la LAGUNA DE LOS CABALLEROS, pero, aunque intuímos dónde debía quedar, no llegamos a verla.
Lo que sí se veía sorprendentemente cerca era la cumbre de  LA COVACHA. En un día de primavera o verano, con más horas de luz, se podría llegar andando desde allí sin problemas (a simple vista...)
El aire que soplaba a esta altura, y el hambre que empezaba a azuzar hizo que no aguantáramos mucho, aunque el paisaje y la tranquilidad invitaban a quedarse allí a vivir.
Nos lo estábamos pasando bien, pero había que volver


Emprendimos el regreso sobre las 14.00




Bajamos a la Laguna a comer, y, al resguardo del muro de contención que impide que el agua se escape, comimos tranquilamente.
A la vuelta, ya cerca del aparcamiento, aprovechamos para coger castañas.

Así pues, con la correspondiente caña de premio poniendo el colofón a un magnífico día, regresamos a Salamanca con las pilas bien cargadas para una temporada.

Para mí, esta salida,  fue también especialmente dulce, porque volvimos a pasar por muchos de los sitios que recorrí durante el Raid de Gredos. Me gustó la sensación.


Un domingo en la montaña es una de esas pequeñas cosas que hacen que uno empiece la semana mucho más feliz. En serio

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