El día 1 de junio, bien prontito, salimos de Salamanca con el coche "hasta la cencerreta" destino a Chamonix. Nos separaban 1500 km, así que la jugada estaba clara: Paciencia y buen humor.
Yo no iba demasiado convencida. Era un gran viaje para mis compañeros, pero en realidad yo me había embarcado a úlima hora, con pocas ganas y muy reticente.
A fin de hacer más llevadero el viaje, hicimos noche en un pueblo intermedio: NARBONE.
A la mediodía del segundo día ya estabamos en Chamonix haciendo fotos como locos al gran mazico del Mont Blanc.
Por la tarde, nos dedicamos a recopilar toda la información que ibamos a necesitar para los próximos días: Meteorología, transportes, mapas....
Bueno, la verdad es que yo me fuí a tomar unas cañas mientras mis compañeros hacían todas estas gestiones, ya digo que mi motivación era bastante escasa...
Nos alojábamos en el albergue juvenil de Chamonix, un poco alejado del pueblo, pero donde estuvimos muy agusto tanto por la atención como por la instalación en sí.
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