jueves, 2 de octubre de 2014

De vuelta a Francia... A la Sierra

¡Pero cómo me gusta a mí esta Sierra!
Creo que en parte es porque no está aún muy masificada. Fíjate si será así, que aún no hay ningún "Ultra Sierra de Francia", que parece que últimamente toda sierra tiene que tener su propio ultra para que parezca importante...

Con la paliza del día anterior, el madrugón de un día de trabajo, y el viaje, que se nos complicó un poco, al final llegamos bastante cansados a Miranda del Castañar, así que decidimos tomárnoslo con calma el viernes, y darnos un poco más de caña el sábado.

Por eso, el viernes tan sólo hicimos una pequeña ruta circular de unos 10 km para soltar las piernas y por aquello de aprovechar el entorno, ya que habíamos llegado hasta allí.

Por la noche, Miranda no nos ofreció demasiado, así que después de planificar la ruta del día siguiente en un bar con muy buena música, y tomar un bocata en "la cárcel",  nos fuimos pronto a la cama, porque además, al día siguiente teníamos prisa por regresar  (otra vez), porque habíamos quedado para comer con Rober y Rosa, y luego Andrés iba de concierto a Valladolid.

Aunque madrugamos bastante, entre desayunar y prepararnos, salimos un poco más tarde de las 9. El día estaba un poco nublado, de hecho, al salir hacía frío, pero en cuanto nos pusimos en marcha, ¡adiós fresquete!

Primer pueblo de paso era Villanueva del Conde, por donde se llegaba por el archiseñalizado "Camino de los Prodigios" Aunque es camino de subida, la hicimos sin mayor problema.

Desde allí, y tomando la carretera, llegamos a Sequeros, y desde Sequeros empalmamos la "Ruta de los paisajes Serranos" que nos llevaría hasta La Alberca, pasando antes por San Martín del Castañar.



El tramo de este último hasta La Alberca se me hizo interminable. El cansancio se iba a acumulando y decidí que no había elegido bien las zapatillas. He de recordar para la próxima, que las la sportiva son para tiradas cortas. Llevaba los pies machacados.

Al llegar a La Alberca, avisamos a Rober y Rosa de que llegaríamos bastante tarde a comer. En principio habíamos quedado por la zona del río Alagón, pero como nosotros nos íbamos a retrasar y ellos también estaban liados tuneando la furgo, decidimos vernos en San Domingo y comer, aunque fuera tarde, en casa tranquilamente.

Así, con más calma, compramos algo para comer y descansamos 5-10 minutillos. El cielo empezaba a ennegrecerse y tuvimos claro que eso sólo podía significar una cosa: Íbamos a terminar empapados nos pusiéramos como nos pusiéramos.

El pequeño paréntesis nos vino muy bien, y salimos hacia Monforte, por el GR 10, un camino ya conocido, frescos y animados.


En Monforte empezó a llover, y en esos últimos 6 km que nos separaban de Miranda, ya no paró.


Como siempre, los últimos metros se hacen eternos, pero una vez que llegamos a la furgo, nos pusimos ropa seca, y pitando hacia San Domingo y la comida calentita.


Qué bien me sientan estas palicillas después de tanta buena vida y fiestas...






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